lunes, 26 de septiembre de 2011

EL MUÑECO DE TRAPO

Como trapo te han tratado sin trazo,
alargas los brazos buscando un abrazo,
arropas las noches ansiando un regazo,
disfrazas tu dolor con el mejor lazo...
Luchas por trepar los muros con templanza
sacando fuerzas y enfrentando miedos con esperanza,
tus gritos en silencio al alma disfrazan
conteniendo el latir de la añoranza...
Si alguien afronta la vida eres tú permanente,
porque sacas de donde no hay para ser valiente,
sacando los dientes al monstruo latente,
en los momentos más duros y difíciles eres el Almirante,
no dejas que duerma ni se rinda tu corazón,
dando la mayor lección que he visto con ilusión...
Eres mi FE " tú, el Sobreviviente" Que llena el corazón,
abandonando ser muñeco de trapo para sentir el coraje con
admiración...
 
 

SIGUIENTE EJERCICIO DEL LIBRO "EL CORAJE DE SANAR DE LAURA DAVIS...


RECORDANDO

Uno de los mecanismos disponibles más efectivos para enfrentar el abuso por parte de los niños y niñas es bloquear los recuerdos, olvidar el abuso. Algunos sobrevivientes siempre han recordado lo que les pasó, pero muchos adultos han olvidado completamente la experiencia. Entonces, veinte, treinta o cuarenta años más tarde, algo sucede y ellos repentinamente empiezan a recordar. Un día despiertas y dices, “Fui sexualmente abusada(o)”. Estás viendo imágenes de tu padrastro en tu cuarto en la noche, o tienes sueños vívidos de tu hermano encima de ti. Cuando habías olvidado el abuso por años, es fácil descalificar esos recuerdos –¿De dónde vienen? ¿Qué significan? ¿Cuándo se detendrán?– o incluso, cuestionar tu propia salud mental. Pero bloquear el abuso, y luego recordarlo, es una habilidad de sobrevivencia que tiene sentido.

Cuando eras joven, tú no podías soportar el recordar lo que te estaba pasando. Como un niño o niña de 8 años, tú no hubieras podido sentarte a la mesa con tu padrastro en la mañana con tu cereal si recordaras lo que había pasado la noche anterior. Tú olvidaste a fin de poder vivir con ello.

Una vez reprimidos, los recuerdos pueden resurgir en cualquier momento. Los cambios de la vida –nacimiento de un hijo, menopausia, envejecimiento, divorcio, pérdida de alguna clase– frecuentemente detonan los recuerdos tempranos del abuso sexual. De la misma manera que sucede con la sobriedad. Cuando dejas de tomar o de usar drogas, la primera cosa que surja pueden ser los recuerdos del abuso. Tratamiento médico –una visita al dentista, un examen ginecológico o urológico, cirugía o cualquier otro procedimiento médico intrusivo– pueden desenterrar sentimientos e imágenes enterradas. Las experiencias en la adultez de victimización –un asalto, una violación– a menudo remueven recuerdos de abusos anteriores. Los padres a veces recuerdan su propio abuso cuando su hijo(a) es abusado, o cuando su hijo(a) llega a la edad que ellos tenían cuando ocurrió el abuso. Los sobrevivientes recuerdan mientras hacen el amor, se ejercitan, o reciben un masaje. O cuando ellos ven un programa de televisión, escuchan la historia de un amigo, o leen un libro como éste [El Coraje de Sanar, libro de ejercicios por Laura Davis].

Si tú siempre has recordado el abuso, los recuerdos que recuperes probablemente tienen más que ver con sentimientos que con eventos específicos. Frecuentemente los sobrevivientes pueden enumerar rápidamente los detalles del abuso como objetos en una lista del supermercado, pero están desconectados de la forma como el abuso realmente se sintió. En esos casos, recordar involucra reconectar con esos sentimientos.

Recordar es un proceso continuo de descubrimiento. Involucra ir hacia atrás y escarbar los primeros años de tu vida –juntar las piezas y reinterpretar las cosas que ya sabes, empezando por conectar sentimientos con imágenes que siempre has tenido, experimentando sensaciones corporales desconocidas. Al mismo tiempo que experimentas imágenes retrospectivas (flashbacks) en las cuales revives aspectos del abuso o vuelves a experimentar los sentimientos que tuviste en aquel momento –terror, extremo dolor físico, aislamiento tremendo. Estas experiencias pueden ser devastadoras y aterradoras.  Puedes responde con conmoción, horror o incredulidad. Puedes sentir pánico o tener ide
Los ejercicios en esta sección fueron diseñados para ayudarte a aprender más acerca de tu infancia. Bien si  tienes recuerdos, recuerdos vagos, o sólo sentimientos extraños, este capítulo te ayudará a llegar a un acuerdo con lo que recuerdas y con lo que no recuerdas. Obtendrás información acerca del proceso de recordar, requerirás ampliar tu idea de lo que es un recuerdo y tendrás la oportunidad de reexaminar tu experiencia desde una nueva perspectiva. Y finalmente, serás alentada(o) a desarrollar un sentido de respeto por tu propio proceso interno –qué recuerdas, cómo recuerdas, si y cuando recuerdas.
Trabajar a través de los ejercicios en este capítulo es como remover nuevos recuerdos y sentimientos. Aunque ellos son una parte natural del proceso de sanar, estos sentimientos y recuerdos pueden ser abrumadores. Antes de que vayas más lejos, toma unos minutos para revisar las listas que hiciste en las secciones de habilidades de sobrevivencia de los ejercicios anteriores. [Si no los has hecho, búscalos en la sección Foro del Grupo de Apoyo Mutuo para Sobrevivientes de Abuso Sexual Infantil en Facebook]. Recuérdate a ti mismo(a) que hay personas a las que puedes llamar, formas de sentirte más seguro(a), opciones si entras en pánico. Tu  lista de “Cosas que puedo hacer cuando me siento abrumado(a)” [Revisa los ejercicios anteriores en el Foro] te puede proporcionar una guía paso a paso si empiezas a tener nuevos recuerdos o imágenes retrospectivas (flashbacks).
¿QUÉ ES UN RECUERDO?
Muchos sobrevivientes me llaman [a Laura Davis] para pedirme permiso de venir a talleres porque ellos temen no calificar para asistir. Ellos no tienen recuerdos claros de su abuso, sólo un sentimiento repulsivo o intuición. Suenan campanas cuando ellos leen acerca de abuso o hablan con otros sobrevivientes, pero ellos no tienen imágenes visuales de lo que ocurrió. Ellos se desesperan porque no saben cuándo van a sanar porque ellos no saben exactamente qué pasó.
Siempre que tengo esta clase de llamadas, tranquilizo al sobreviviente. Le digo, “Sí, ven. Muchos adultos no recuerdan qué les pasó” De todas formas ven. Mereces sanar ya sea que tengas recuerdos o no. De hecho, puedes sanar de los efectos del abuso incluso si nunca recuerdas”.
Los sobrevivientes a veces están preocupados por su falta de recuerdos que desearía poder ofrecerles videocintas rotuladas “tu abuso sexual” que pudieran ser puestas en una video casetera y vistas de principio a fin, mostrándoles claramente lo que les pasó. Así ellos tendrían pruebas. No tendrían más dudas.
Sin embargo, hay mucho más que los recuerdos de instantáneas nítidas, imágenes de cine, o diapositivas Kodak de los incidentes: tu padrastro sujetando un cinturón, tu hermano bajando tus pantalones, el pene del sacerdote. Los recuerdos visuales son sólo una forma de memoria. Tú podrías no tener ningún recuerdo visual de tu abuso porque quizá nunca viste nada. Tu cara fue empujada contra la tapicería. El abuso ocurrió en la obscuridad, así que no había nada que ver. Tenías tanto miedo que cerraste los ojos. No hay imágenes que recordar.
as suicidas, aliviada porque finalmente sabes la verdad acerca de tu vida.
En nuestra cultura orientada a la visión, es difícil validar otras formas de memoria, pero el hecho es que es que almacenamos recuerdos con todos nuestros sentidos. Olores, sonidos, sabores y texturas, todos pueden evocar recuerdos poderosos. De igual manera puede hacerlo el contacto físico. Los recuerdos son almacenados en nuestro cuerpo, y a menudo, cuando somos tocados de un modo particular, los recuerdos surgen de nuevo.
El proceso de recordar es como armar un rompecabezas. Cuando expandes tu concepto de memoria, encuentras que tus recuerdos se expanden también: tú eras feliz y alegre en quinto grado, pero para el tiempo en que cursabas sexto grado, estabas deprimido(a) y tenías pensamientos suicidas. Ese es un recuerdo –algo te pasó en aquel verano. Cada vez que tu pareja te toca de una forma particular, tu cuerpo se entumece y tú sientes pánico. Sientes como si estuvieras en el techo, mirando hacia abajo. Te sientes como un niño asustado. Esos son recuerdos. Sientes náuseas terribles cada vez que hueles bourbon en el aliento de alguien. Tienes un ataque de ansiedad cada vez que regresas a casa. Odias cuando tu padre trata de abrazarte. Tienes pesadillas y no puedes dormir con la luz apagada. Checas bajo la cama cada noche para asegurarte que no hay un monstruo o un violador debajo. Cuando recibes un masaje, empiezas a llorar incontrolablemente.
Todos esos son recuerdos. No son instantáneas. No son películas. No son sostenibles en una corte, pero cuentan. Y cuando empiezas a colocar las piezas juntas, terminas con un substancial cuerpo de evidencia que te ayudará a creer que el abuso realmente ocurrió. Si empiezas con lo que sabes y partes de ahí, frecuentemente encontrarás la validación que buscas.
ARMANDO EL ROMPECABEZAS
Puedes utilizar la siguiente guía para ayudarte a armar tus memorias. Escribiendo las pistas que ya tienes, ganarás valiosa información y harás nuevas conexiones.
Lee los ejemplos que siguen y luego empieza a completar las piezas de recuerdos que ya tienes, a  tu propio ritmo. Hazlo lo más completo que puedas, pero ve lentamente. No esperes completar estas listas en una sola sentada. Reflexionar en sólo una o dos pistas será suficiente. Mientras recuerdas otros incidentes o sentimientos, siempre podrás regresar y agregarlos a lo que ya has escrito.
Responde tantas categorías como te sea posible.
·        Piezas de memoria:
Recuerdo saber más de sexo que otros niños. Cuando alguien quería saber algo acerca de “hacerlo”, ellos venían a preguntarme.
Recuerdo estar escondido en el sótano mientras mi tío golpeaba a mi primo con el cinturón.
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·        Historia familiar conocida:
Todos en la familia se reían siempre y decían que Jim y yo éramos primos besucones.
Fui llevada al doctor por una infección vaginal cuando tenía 8 años.
Mi abuelo solía inspeccionar todos los bustos de las chicas cuando llegaban a la pubertad.
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·        Pistas sensoriales:
Detesto el olor del Chanel No. 5
Cada vez que escucho que alguien abre mi puerta durante la noche, me paralizo.
Cuando veo una ambulancia o escucho una sirena, empiezo a temblar.
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·        Recuerdos corporales:
A menudo siento que no estoy en mi cuerpo.
Cuando me despiertan, me siento inmediatamente disgustada.
Cuando tengo un orgasmo, siempre empiezo a llorar.
Cuando hago el amor, no soporto el peso de mi pareja sobre mí.
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·        Sentimientos espeluznantes:
Cuando veo un padre con su hijo caminando por la calle, estoy seguro que él abusa del niño.
Cada vez que leo acerca del incesto, surgen oleadas de náuseas en mí.
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·        Lagunas en la memoria:
No recuerdo nada entre los 8 y los 15 años.
No recuerdo haber sido niño.
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Cada vez que agregues nuevos aspectos a esta lista, tómate unos minutos para responder las siguientes preguntas:
¿Hay algunas cosas que yo no consideré recuerdos pero que ahora puedo reconocer como recuerdos? ¿Cuáles fueron?
¿Qué patrones, si los hay, emergieron en las cosas que escribí?
¿Algún recuerdo me guió a otros? Si fue así, ¿A dónde me llevaron las asociaciones?
Cuando junto las piezas de memoria ¿Éstas me dan una mejor idea acerca de qué fue lo que me pasó? __ Sí __ No __ No estoy segura(o).
Sí es así, ¿Qué es lo que aprendí?
¿Cómo me siento en relación con esta nueva información?
¿Hay alguien con quien pudiera compartir estos recuerdos? Si es así, ¿quién?
Cosas para reflexionar:
·        ¿Mis ideas acerca de los recuerdos cambiaron? Si es así, ¿cómo?
·        ¿Qué me sorprendió al hacer este ejercicio? ¿Sobre qué me gustaría regresar después?
·        ¿Qué necesito hacer para absorber la nueva información que a penas descubrí?

Y SI NO RECUERDAS
Hay muchas razones por las que los sobrevivientes sufren amnesia. La severidad y la duración del abuso, la edad a la que sucedió, las condiciones circundantes al abuso y la forma cómo el abuso fue tratado pueden influenciar tu habilidad de recordar. Dependiendo de esos y otros factores, puedes o no puedes tener recuerdos claros de lo que te sucedió.
Si tú no recuerdas claramente y quieres hacerlo, esto puede ser extremadamente frustrante. Es natural querer hechos innegables. Los sobrevivientes que no recuerdan a menudo sienten celos de aquellos que sí lo hacen. Sin embargo, lo opuesto también puede ser cierto. En un taller, varios sobrevivientes se lamentaban por no tener recuerdos. Finalmente, luego que ellos habían hablado varias veces, otro sobreviviente estalló ira: “¡Deberían agradecer no recordar! Tengo recuerdos todo el tiempo. Mi vida se siente fuera de control. Lo odio. Yo creo que ustedes son los afortunados”.
El resultado final es que no puedes controlar que sí o que no recuerdas. Puedes hacer ejercicios como los que siguen, y ellos te proporcionarán pistas adicionales de información, pero no necesariamente te darán la clase de “prueba” que buscas. Hazlos de todas formas, y mantén en mente el hecho más importante –que tú puedes sanar ya sea que recuerdes o no.
¿A qué le temo?
Un factor que puede influenciar el recordar es la disposición. Su tú no tienes apoyo en tu vida, no estás listo(a) para manejar la información, o ya estás abrumado(a), no recordar puede ser una forma de protegerte a ti mismo(a).
Nuestras defensas realizan una importante función. En lugar de derribarlas, es de sabios respetarlas y aprender a trabajar con ellas. Echando un vistazo a las razones por las que temes recordar, puedes aprender de qué te estás protegiendo a ti mismo(a).
Completa las siguientes oraciones sin pensar acerca de  lo que vas a escribir. Escribe la primera cosa que venga a tu mente, aun si no tiene sentido. No te juzgues.
Si yo recuerdo el abuso, yo moriría.
Si yo recuerdo el abuso, mi padre vendría y me atraparía.
Si yo recuerdo el abuso, terminaría en el hospital.
Si yo recuerdo el abuso, me suicidaría.
Si yo recuerdo el abuso, perdería a mi familia.
Si yo recuerdo el abuso, significaría que mi mamá estaba mal.
Si yo recuerdo el abuso, ...
Si yo recuerdo el abuso, …
Si yo recuerdo el abuso, …
Si yo recuerdo el abuso, …
Si yo recuerdo el abuso, …

Cosas para reflexionar:
·        ¿De qué me estoy protegiendo a mí misma(o)? ¿A qué le temo?
·        ¿Cuáles de mis miedos son realistas?
·        ¿Puedo estar en paz con el hecho de que tal vez nunca llegue a recordar con claridad el abuso? ¿Por qué sí o por qué no?

ACTIVIDAD: IMAGINANDO LO QUE NO SÉ
Algunas veces puedes obtener información si tomas una perspectiva un tanto más indirecta. Vuelve a leer las instrucciones sobre hacer un collage.  Haz un collage de “cosas que no sabes aún”. Mientras empiezas a revisar algunas revistas pregúntate a ti misma(o), “¿Qué no puedo recordar? ¿De qué no puedo hablar?”. Sin pensar o sin cuestionar tus decisiones, recorta palabras, frases, o imágenes. No trates de dilucidar por qué has seleccionado ciertas cosas. No te preocupes por saber qué significa. No cuestiones si tus decisiones tienen sentido. Suspende tu juicio. Deja a tu inconsciente hacer las elecciones. Mantente cuestionándote a ti misma(o) “¿Qué no puedo recordar? ¿De qué no puedo hablar?” Sigue recortando cosas hasta que sientas que has terminado. Luego acomoda las cosas que recortaste sobre un pliego de papel grande. Pégalas cómo creas que van bien. Luego responde las preguntas siguientes:
·        ¿Cómo me sentí al hacer este collage?
·        ¿Fui capaz de dejarme llevar mientras recortaba las revistas? ¿Hubo cosas que hubiera querido recortar pero no lo hice? ¿Qué eran?
·        ¿Qué sentimientos quedaron expresados en mi collage? ¿Cómo me siento cuando lo veo?
·        ¿Mi obra tiene sentido? ¿Qué relaciones logro ver? ¿Qué no entiendo?
·        ¿Está terminado? ¿Qué le falta?
·        ¿Qué cambiaría, dejaría o agregaría?
·        ¿Qué puedo aprender de mi collage?

¿QUÉ TE SUCEDIÓ?
Este ejercicio poderoso fue desarrollado por Ellen Bass en los talleres Yo Nunca le Dije a Nadie. Lo incluimos en El Coraje de Sanar y ha tenido una retroalimentación tan positiva que decidí [Laura Davis] incluirlo aquí. Si tú ya has hecho este ejercicio, considera hacerlo otra vez. A menudo nuevos sentimientos y recuerdos surgen cada vez que lo haces.
Muchos sobrevivientes han encontrado que es muy difícil decir a las personas que fueron abusados sexualmente. Cuando ellos lo dicen, es a menudo en términos muy generalizados: “Yo fui abusado por mi hermano”. “Fui violada a los diez años”. Rara vez tú compartes los detalles, parcialmente porque quieres mantener la audiencia. No te quieres imponer.
Pero la declaración concisa “Mi padrastro abusó de mí” no es la forma cómo tú vives con el abuso, ni la forma cómo tú lidias con los recuerdos. Eso no es un indicativo de los sentimientos espeluznantes que tienes cuando algo detona tus recuerdos. Lo que recuerdas es la forma cómo la luz caía sobre la escalera, la pijama que estabas usando, el olor del licor en su aliento, la sensación de la grava entre tus omóplatos cuando fuiste derribada, la risita aterradora, el sonido de la televisión en el piso de abajo. Cuando escribas, incluye todos los detalles sensoriales como puedas.
Si tu abuso abarca mucho tiempo y muchos agresores para escribir todo en media hora, sólo escribe lo que puedas. No te preocupes acerca de con cuál experiencia empezar. Comienza lo que se siente más accesible o con lo que sientes que más necesitas lidiar. Este es un ejercicio que puedes hacer una y otra vez.
Si no recuerdas lo que te pasó, escribe acerca de lo que sí recuerdas. O escribe acerca de ll que puedas recordar que se acerca más al abuso sexual –la primera vez que sentiste vergüenza o te sentiste humillada(o), por ejemplo. Recrea el contexto en el cual el abuso ocurrió, incluso si no recuerdas los detalles específicos del abuso en sí. Describe donde vivías cuando eras niño(a). ¿Qué pasaba en tu familia, en tu vecindario, en tu vida? Empieza con lo que tengas. Cuando utilizas lo que tienes plenamente, generalmente obtienes más.
Si llegas a cosas que sientes muy difíciles de decir, muy dolorosas o humillantes, trata de escribirlas de todas formas. No tienes que compartirlas con nadie si no quieres, pero a fin de sanar debes ser honesta(o) contigo misma(o). Si hay algo que sientas absolutamente que no puedes escribir, entonces al menos escribe que hay algo que no puedes o no escribirás. De esa forma dejas la marca para ti, reconoces que hay un lugar difícil.
Si te vas por la tangente, no te fuerces a volver abruptamente. A veces lo que puede parecer irrelevante nos lleva a algo más esencial. A pesar de que quieras seguir con el tema, hazlo con las riendas sueltas.
No hay una forma correcta de hacer este ejercicio. Tu escritura puede ser lineal, contar tu historia en orden cronológico. Puede ser un lavado de sentimientos y sensaciones. O pueden ser piezas o pedazos vagos, dispersos. Como todos los ejercicios escritos, trata de no juzgarte o censurarte. No sientas que te debes ajustar a ningún estándar y no compares tu escritura con otros. Ésta es una oportunidad de descubrir y sanar, no de desarrollar  o llenar las expectativas de nadie –ni siquiera las tuyas.
Vuelve a leer las reglas para la escritura libre. Luego pon un cronómetro o reloj con alarma para un periodo de 20 minutos y escribe acerca de tu experiencia sobre ser abusada(o) sexualmente en la infancia.
Cosas para reflexionar:
·        ¿Cómo me sentí al escribir acerca de mi experiencia cuando era niña(o)? ¿Qué me ayudará a asimilar lo que acabo de escribir?
·        ¿Hay alguien con quien yo podría compartir lo que escribí? (Si no estás lista(o) para leer tus palabras a otra persona, considera leerlas en voz alta para ti).
·        ¿Hay algo sobre lo que yo quiera regresar y escribir más en otro momento? Si es así, ¿sobre qué es?
REFLEXIONES: RECORDANDO
Muchos niños bloquean las memorias de haber sido abusados sexualmente. Esas memorias pueden estar reprimidas por años. Para muchos sobrevivientes adultos, una de las más dolorosas, aterradoras partes del proceso de sanar es recordar los sentimientos, sensaciones y experiencias que ellos tuvieron cuando ellos estaban siendo abusados.
Recordar es como ensamblar un rompecabezas; imágenes, recuerdos y memorias sensoriales y corporales que se ensamblan para crear una película del pasado. No todos los sobrevivientes recordarán de la misma manera, pero todos los sobrevivientes se pueden recuperar de los efectos de largo plazo del abuso. Incluso si tus recuerdos son vagos o poco claros, tú todavía puedes sanar.
El proceso de recuperación de recuerdos puede ser abrumador. Es crucial que no revivas los recuerdos en soledad. Necesitas acercarte y hablar con alguien que te escuche, que escuche lo peor y que te crea. Necesitas cuidar de ti y que otros cuiden de ti. Estás comprometida(o) en un trabajo agonizante y esencial. Mereces apoyo.
Aquí hay algunas preguntas que te ayudarán a evaluar tus sentimientos presentes, metas y necesidades en torno al tema de recordar:
·        ¿Qué sentimientos tuve mientras trabajaba en este capítulo?
·        ¿Qué estoy sintiendo ahora? ¿Qué sensaciones estoy experimentando en mi cuerpo?
·        ¿De qué edad me sentí mientras trabajaba en este capítulo? ¿De qué edad me siento ahora?
·        ¿Qué resultó difícil para mí en este capítulo? ¿Qué fue confuso? ¿Qué no comprendí?
·        ¿Qué aprendí? ¿Qué compromisos he hecho? ¿Qué pasos he dado?
·        ¿Qué hice de lo que esté orgullosa(o)?
·        ¿Qué queda todavía pendiente para mí? Si lo hubiera ¿qué quisiera volver a trabajar o darle seguimiento?
·        ¿Qué necesito para cuidar de mí ahora mismo?
Espera los ejercicios acerca de CREER QUE PASÓ.
Tomado de El Coraje de Sanar, libro de ejercicios, de Laura Davis.

jueves, 22 de septiembre de 2011

SIGUIENTE EJERCICIO TOMADO DEL LIBRO " EL CORAJE DE SANAR" Laura Davis.


ASPECTOS DE LA RECUPERACIÓN

En los primeros cinco capítulos de este libro de ejercicios, fuiste introducido(a) a muchas de las herramientas básicas que necesitas para sanar: cuidar de ti mismo(a), construir un sistema de apoyo, buscar ayuda, crear seguridad, enfrentar crisis y reconocer la recuperación que has logrado. Continuarás desarrollado y refinando estas herramientas conforme avanzas a lo largo del resto de este libro. Ellas te proveerán el conocimiento esencial que te ayudará a manejar los sentimientos y aspectos que surjan mientras trabajas en los ejercicios de esta sección.

“Hacer un balance” te dio la oportunidad de nombrar tu abuso, evaluar las formas cómo te afectó y examinar los mecanismos de defensa que desarrollaste. Obtuviste una clara (aunque probablemente dolorosa) visión de las áreas que necesitas sanar en tu vida y fuiste introducido(a) a lo elemental de hacer cambios.

“Aspectos de la recuperación” va un paso delante de profundizar en las etapas del proceso de sanar. No necesariamente experimentarás estás etapas en el orden como se presentan aquí, pero probablemente lidiarás con ellas repetidamente. Si apenas estás comenzando a trabajar en estos temas o si has estado trabajando con ellos por un largo tiempo, descubrirás nueva información y retos mientras trabajas a la largo de estas páginas. Esta sección además te proporcionará ejercicios prácticos para explorar tus sentimientos, mejorar tu autoestima y relacionarte con tu familia. 

“La decisión de sanar” analiza las razones por las cuales sanar es aterrador, aborda el tema del valor, te introduce al concepto de disposición y te alienta a desarrollar nuevas esperanzas y metas. “Recordando” te da información que te ayudará a trabajar con los recuerdos del abuso –o la falta de recuerdos. “Creer que pasó” además examina el fenómeno de la negación y hace énfasis en la necesidad de creer y confiar en ti misma(o). “Rompiendo el silencio” proporciona orientación para hablar acerca de tu abuso con personas que te apoyen. “Entendiendo que no fue tu culpa” se adentra en los temas centrales de la vergüenza y la auto culpa y te introduce al concepto de tu niño interior. “Aprendiendo a confiar en ti misma(o)” introduce las herramientas básicas para elevar tu autoestima –aprender a decir NO, descubrir la voz interna y acabar con los mensajes negativos internalizados. Los siguientes dos capítulos, “Duelo y luto” así como “Ira” te enseñarán acerca de las emociones básicas –cómo reconocerlas, aprender de ellas y usarlas efectivamente en tu vida. “Confrontaciones” y “Relacionándote con tu familia ahora” te guía paso a paso en confrontar a los abusadores, revelar el abuso a los miembros de tu familia y evaluar los aspectos positivos y negativos de las relaciones familiares. Y finalmente, “Resolución y a otra cosa” te da la oportunidad de evaluar tu progreso, establecer nuevas metas para ti misma(o) y celebrar tus logros.
Los sobrevivientes que han trabajado a lo largo de los ejercicios en esta sección han sido profundamente movidos y desafiados. Ellos han enfrentado el dolor, a veces emociones aterradoras, nuevos recuerdos y verdades duras. Ellos han hecho tremendos avances y han establecido nuevas resoluciones para sí mismos. Pero estos cambios han tomado tiempo. Estas páginas no son para trabajadas con prisa. Si dedicas varias
semanas, o más, en un capítulo, está
siéntete en libertad de dejar el resto para después. Estas páginas son para ti. Utilízalas en la forma bien. Si quieres saltarte algunas partes para trabajar en las secciones que más te interesan, que mejor te acomode.



LA DECISIÓN DE SANAR

La “Decisión de sanar” se refiere a la decisión de enfrentar tus miedos y cambiar tu vida. En el momento que dices “Soy un(a) sobreviviente y quiero que el dolor se vaya”, empiezas a darle forma a tu compromiso para sanar. Aun así la decisión de sanar no es una decisión que haces una sola vez; es una decisión que tienes que hacer una y otra vez. Cada etapa del proceso de recuperación presenta nuevos retos, riesgos, miedos y oportunidades; cada un requiere que tú renueves tu compromiso. Cada vez que pones atención a tus necesidades emocionales y haces de las actividades para sanar una prioridad, tú fortaleces tu compromiso con el proceso de recuperación.

La decisión de sanar es una de las decisiones más aterradoras y más empoderadoras que jamás has hecho. Este libro se llama El Coraje de Sanar (libro de trabajo) porque se requiere de coraje para decir SÍ a tu propia recuperación. Se necesita coraje para enfrentar lo desconocido, reivindicar tu derecho a sanar, conseguir la ayuda que necesitas y lidiar con el dolor concomitante.

Si el prospecto de hacer un compromiso con el proceso de recuperación te atemoriza, no estás sola(o). Estás teniendo una respuesta sana, válida a una situación que realmente es aterradora. Es aterrador enfrentar lo desconocido, renunciar a repetir patrones que te son familiares, liberar recuerdos y sentimientos dolorosos del pasado. Existe una buena razón para tu miedo. El punto crucial no es si tienes miedo (tienes que tenerlo), pero sí que aprendas a actuar a pesar de él.

Este capítulo explorará algunos de los tópicos centrales que surgen cuando haces el compromiso de sanar. Examinarás la naturaleza de tus miedos y desarrollarás recursos para trabajar con ellos. Tendrás que identificar las cosas que quieres ganar –o perder– conforme realizas tu compromiso de sanar. Aprenderás acerca del concepto de disposición y explorarás el rol que juega el coraje en tu vida. Y se tendrás que soñar otra vez –para considerar cómo podría ser tu vida si el trauma del abuso sexual quedara atrás. Este capítulo incluye un proyecto para elaborar una máscara que te ayudará a crear un símbolo de recuperación personal.

Preparándote para el cambio
A pesar que la recuperación finalmente trae consigo una vida mejor, te amenaza permanentemente con alterar la vida como la has conocido hasta ahora. Tus relaciones, tu posición en el mundo, incluso tu sentido de identidad puede cambiar. Los patrones de defensa que te han servido en la vida serán cuestionados. Cuando haces el compromiso de sanar, te arriesgas a perder mucho de lo que te es familiar. Como resultado, una parte de ti quiere sanar mientras que otra se resiste al cambio.

Mientras contemplas tu compromiso con el proceso de recuperación, es una buena idea mirar los cambios que podrías enfrentar. Toma los siguientes minutos para pensar acerca de las partes de tu vida que podrían cambiar conforme sanas. Posteriormente, completa lo siguiente: empieza con las áreas que te resulten más importantes para ti.

Si yo trabajo en mi compromiso de sanar, las siguientes cosas probablemente cambiarán.

Dentro de mí (sentimientos, actitudes, creencias, auto-imagen):

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En el trabajo:

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En mi estilo de vida (hábitos, patrones, actividades en mi tiempo libre, tipos de amigos):

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Con mi pareja:

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Con mis hijos:

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Con mi familia:
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En mis otras relaciones:

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Otras cosas que podrían cambiar:

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Observa las listas que acabas de hacer. Coloca una palomita (√) junto a aquellas cosas que tú quieres cambiar. Pon dos palomitas (√√) a lado de aquellas cosas que no estás segura(o) que quieres cambiar. Encierra en un círculo aquellas cosas que considerarías pérdidas.

El hecho de que haya pérdidas te sorprenderá. Muchos de nosotros pensamos únicamente en las cosas que queremos ganar de la recuperación. No nos detenemos a reconocer las cosas a las que tenemos que renunciar. Sin embargo, cada vez que dejamos ir algo familiar, aun si no es sano o es doloroso, hay una pérdida. Mirar las cosas que puedes perder te puede ayudar a entender tus miedos y desarrollar una actitud más paciente hacia ti misma(o). el siguiente ejercicio te ayudará a nombrar esas pérdidas.

Rápidamente, sin pensar demasiado acerca de lo que vas a escribir, completa las siguientes oraciones tantas veces como puedas:

Si yo sanara, tendría que renunciar a   que la gente sienta pena por mí / culpar a mis padres por todos mis problemas / no ser dedicada en el trabajo / siempre ser la fuerte.

Si yo sanara, tendría que renunciar a…

Si yo sanara, tendría que renunciar a…

Si yo sanara, tendría que renunciar a…

Si yo sanara, tendría que renunciar a…

Regresa a tus respuestas y completa los siguientes ejercicios:

¿Qué me sorprendió acerca de mis respuestas?

¿A qué es lo que me da más miedo renunciar? ¿Por qué?

¿A qué me parece más fácil renunciar? ¿Por qué?

¿Qué miedos específicos me están deteniendo ahora?

¿Cómo están afectando mis miedos mi compromiso con el proceso de sanar?



ENFRENTANDO UN FUTURO INCIERTO

En la sección “Afrontando” aprendiste que cada patrón de comportamiento satisface una necesidad y que con la finalidad de liberarte a ti misma(o) de patrones destructivos tienes que encontrar una forma más sana de satisfacer una necesidad. Se genera un espacio aterrador cuando renuncias a una vieja conducta y no la has remplazado con una nueva. Ese tiempo intermedio es aterrador. Tienes que enfrentar lo desconocido, tienes que caminar sobre terreno incierto y repetidamente elegir caminos que no hubieras tomado antes. Si me permito a mi misma(o) sentirme vulnerable, ¿la gente a mi alrededor no pensará que soy débil? Si dejo a mi pareja abusiva, ¿encontraré quien me ame otra vez?

Ninguno de nosotros somos expertos en lidiar con el cambio, aun cuando la sociedad entera está experimentando rápidos cambios y transiciones. Aprender a lidiar exitosamente con el cambio es esencial para todos, no sólo para los sobrevivientes de abuso sexual infantil. Aquellos de nosotros que hemos sobrevivido al abuso, de hecho, a menudo tenemos mayor capacidad para desarrollar esas habilidades. Cuando estábamos creciendo, tuvimos que enfrentar el miedo, lidiar con incertidumbre y estrés, así como adaptarnos a condiciones cambiantes.

Todos nosotros hemos desarrollado estrategias  para lidiar con incertidumbre y cambio, aun si estamos conscientes o no de ello. Algunas de estas estrategias podrían funcionar para nosotros; otras tienen elementos que podríamos querer cambiar. Las siguientes preguntas te ayudarán a evaluar las formas como tú lidias actualmente con los periodos entre dejar una vieja conducta y remplazarla por una nueva.

Cuando enfrento incertidumbre, me siento…

Cuando no sé qué hacer, yo…

Cuando enfrento lo desconocido, yo espero que…

Cuando enfrento lo desconocido, frecuentemente lo afronto mediante…

Cuando enfrento lo desconocido, deseo que yo pudiera…

El momento cuando he sido más exitosa(o) enfrentando lo desconocido fue cuando…

En esas circunstancias, yo…

Me sentí exitosa(o) en esa situación porque yo…

Fui capaz de responder de esa manera porque…

Para duplicar ese éxito hoy, yo tendría que…



Cosas para pensar:

·        ¿Qué aprendí acerca de las formas cómo lidio con el miedo y la incertidumbre? ¿Qué, si lo hay, me gustaría hacer diferente?

·        ¿Estoy satisfecha con mis estrategias para integrar el cambio en mi vida? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Qué, si lo hay, me gustaría hacer diferente?

·        ¿De qué manera la forma cómo enfrento el miedo y la incertidumbre influyen sobre mis sentimientos acerca del proceso de recuperación?



DISPOSICIÓN

La decisión de sanar es una elección momento a momento. Das un primer paso adelante, te comprometes con una acción particular y entonces das un segundo paso. Diciendo Sí en el momento, a la tarea inmediata en cuestión, gradualmente construyes tu compromiso de sanar: “Sí, Iré a terapia hoy”, “Esta mañana llamaré a un amigo”.

Si te ves a ti misma(o) en el centro de tu  propio proceso de recuperación, capaz de hacer decisiones y elecciones acerca de lo que te sucede, es más fácil hacer el compromiso de sanar. Saber que estás en control, que no serás obligado(a) a hacer nada que no desees, es crucial que te sientas seguro(a). Cuando estás seguro(a) que tu “NO” será respetado, ganas la libertad de decir “Sí”. Disposición es ese Sí.

JoAnn Loulan, una connotada terapista sexual y autora, introdujo el concepto de disposición cuando creó un nuevo modelo para la respuesta sexual femenina*. Loulan exploró el mito de que tienes que estar físicamente preparada para tener sexo. Ella dijo que puedes elegir tener sexo por muchas razones: debido a que quieres sentirte cerca de tu pareja, debido a que quieres trabajar aspectos de tu sexualidad, porque piensas que disfrutarás una vez que empieces la actividad sexual –simplemente tienes que tener ganas de empezar.

Nosotros [las autoras] escribimos acerca del concepto de disposición en El Coraje de Sanar porque parece muy importante para los sobrevivientes que luchan con aspectos sexuales. Más recientemente me [Laura Davis] he dado cuenta que puede ayudar a los sobrevivientes  en otras áreas también. Esto es cierto tanto para hombres como para mujeres.
La disposición es la clave para hacer elecciones informadas mientras sanas. Si estás en las etapas tempranas del proceso de recuperación, puedes estar inundado(a) de recuerdos y sentimientos

que disminuyes el ritmo en el proceso de recuperación. Pero cuando la etapa de emergencia termina y tú emerges del periodo inicial de crisis, serás capaz de tomar descansos. Serás capaz de pensar en otras cosas. Empezarás a hacer elecciones en relación con tu recuperación.
Finalmente, serás capaz de decirte a ti misma(o): “¿Estoy dispuesta(o) a dar un paso adelante y confiar en esta persona? ¿Estoy dispuesta(o) ha ser confrontada(o) y culpada(o) si confronto a mi familia? ¿Estoy dispuesta a hacer un ejercicio más en este libro de trabajo? ¿Estoy dispuesta(o) a programar una actividad diaria sólo por diversión, por placer, solo para mí? ¿Estoy dispuesta(o) a tomar este riesgo esta ocasión? ¿Estoy dispuesta(o) a sanar?”
El concepto de disposición va en contra del abuso. De hecho es lo opuesto a abuso. Cuando fuiste abusada(o), tú eras impotente para hacer una elección real de cualquier clase. Ahora tú puedes hacer elecciones. Revivir sentimientos dolorosos y tomar riesgos aterradores son parte del proceso de sanar. Pero la disposición te permite preguntarte a ti misma(o), “¿Es éste el momento adecuado? ¿Estoy dispuesta(o) a pasar por esto ahora? ¿Quiero abrir este recuerdo y ver qué hay ahí, o quiero cerrarlo? ¿Quiero retroceder hacia mis viejos patrones de comportamiento, o estoy dispuesta(o) a intentar algo nuevo?”
Disposición no es una cosa estática. Es una decisión hecha en el momento, checando dentro de ti misma(o) y poniendo atención a lo que realmente sientes. Una y otra vez, muchas veces cada día, tú te puedes preguntar a ti misma(o), “¿Estoy dispuesta(o) a…?” Algunas veces la respuesta será Sí. Otras veces será No.
Un día tú puedes estar dispuesta(o) a ser vulnerable, aun cuando te aterre la idea, y al siguiente día no estarás dispuesta(o). Eso está bien. Tú marcarás tu propio ritmo, para confiar en tu juicio interno. Llegas a decir Sí y llegas a decir No. (Para más acerca de establecer límites y hacer elecciones, ve a la sección Los Cinco Bloques de la Seguridad: “Creando las Reglas del Juego” [si requieres alguno de los ejercicios anteriores envíame un mensaje] y más adelante publicaremos la sección “Aprendiendo a decir No”).
Toma unos minutos para pensar acerca de lo que acabas de leer. Enseguida completa las siguientes oraciones:
Yo pienso que disposición es…
Estoy dispuesta(o) a…
No estoy dispuesta(o) a…
Cosas para Pensar:
·        ¿Puedo concebirme haciendo elecciones acerca de la manera como estoy sanando? ¿Pienso que está bien hacer eso? ¿Por qué sí o por qué no?
·        ¿Soy capaz de hacer elecciones con respecto a my recuperación en este momento? Si no, ¿Creo que podrá hacerlo alguna vez?
·        ¿Puedo aceptar mis elecciones cuando no estoy dispuesta(o) tanto como cuando no estoy? ¿Por qué sí o por qué no?
ACERCA DEL CORAJE
Amo trabajar con sobrevivientes porque yo soy inspirada por su coraje. Aun así muchos sobrevivientes insisten que ellos no tienen coraje: “Si yo fuera valiente, yo hubiera sido capaz de detener el abuso”. “Si yo fuera valiente, yo no hubiera tenido dudas e incertidumbres”. “Si yo fuera valiente, yo no hubiera tenido miedo”.
Es más probable que esto sea cierto para mujeres que para hombres. En nuestra cultura, los hombres son alentados y se espera que sean valientes. Las mujeres están más condicionadas para ser dubitativas y temerosas, para esperar el rescate de un hombre valiente. Ambos roles están limitados –en uno tú niegas tu coraje; en el otro, tú niegas tu miedo.
Recientemente asistí a un taller sobre coraje con Lauren Crux, una terapeuta sabia de Santa Cruz, California. Ella fue directamente al corazón del tema. “La mayoría de las personas lo tienen mezclado. No empiezas con valor y luego enfrentas el miedo. Tú llegas a ser valiente porque enfrentas el miedo”.
Mi experiencia de sanar es que yo tengo que enfrentar un vacío tras otro. Yo identifico un patrón que quiero cambiar. Yo empiezo a cambiarlo. Repentinamente todo lo conocido y familiar se derrumba y estoy totalmente aterrorizada. Estoy parada en la orilla del mundo conocido y no hay garantía de tener una red de seguridad si salto al precipicio. No sé qué hay del otro lado. Tengo la certeza de que no me puedo mover porque el miedo es tan grande, pero busco el soporte de la gente que me ama y me apoya, y de todas formas salto. Yo he hecho esto una y otra vez. Al hacer esto, he ganado coraje.
Nuestro concepto de coraje es viene de libros cómicos, mitología, condicionamiento cultural y cuentos populares. Paul Bunyan y Abraham Lincoln son la clase de héroes de los que aprendimos en la escuela. Como resultado, tú encontrarás difícil reconocer la clase de coraje cotidiano que se requiere para sanar.
Toma unos cuantos minutos para explorar tus actitudes actuales acerca del coraje. Empieza por completar las siguientes aseveraciones:
Corajes es…
Mis héroes personales y heroínas son:
Encuentro a estas personas valientes porque ellos(as)…
Mis conceptos de valor han venido de…
¿Estoy satisfecha(o) con mi concepto de coraje? ___Sí ___No ___No sé
¿Deja espacio para mí como persona valiente? ___Sí ___No
¿Por qué sí o por qué no?
¿Qué necesitaría en mí para tener la misma clase de valor que mis héroes?
Todos nosotros hemos tenido momentos de coraje. Esto es verdad para todos, pero es particularmente cierto para los sobrevivientes de abuso. El hecho de que hayas sido abusado y te las hayas arreglado para sobrevivir es en sí mismo un tremendo acto de valor. Tú podrías haberte rendido y muerto, y no lo hiciste. Tú decidiste vivir. Este fue un acto de rebeldía y valor.
Piensa acerca de las veces que has sido valiente. A continuación responde los siguiente:
Cuando estaba creciendo, fui valiente cuando yo…
Como adulto, yo mostré coraje cuando yo…
Soy valiente ahora porque yo…
Yo no me veo a mí misma(o) como valiente porque…
(Si tú no te ves a ti misma(o) como valiente) A fin de volverme valiente, yo tendría que…
Una vez que yo fuera valiente, yo haría o sería…
Cosas para reflexionar:
·        ¿Hubo un momento particular en mi vida cuando yo gané o perdí coraje? ¿Qué pasó?
·        ¿Qué clase de coraje se requiere para sanar del abuso sexual infantil? ¿Tengo esa clase de valor? Si no, ¿Cómo puedo obtenerlo?

ACTIVIDAD: DISEÑANDO UNA MÁSCARA DE GUERRERO
Cuando enfrentamos miedo e incertidumbre, ayuda desarrollar un espíritu guerrero. Un guerrero enfrenta lo desconocido y se mueve orgullosa y confiadamente en ese entorno. Los guerreros sienten miedo y de todas formas actúan. Un guerrero tiene orgullo, disciplina, perseverancia y coraje. Una de las cosas que ayuda a los guerreros a sentir coraje es un tótem personal, o símbolo, que les recuerda su propia fortaleza. Una máscara de guerrero es un tótem poderoso.
Las siguientes instrucciones te enseñarán cómo hacer tu propia máscara de guerrero. El proceso involucra cubrir tu cara con tiras de yeso mojado, que se endurecerán formando una máscara que podrás retirar. La máscara es una impresión permanente de tus características. Una vez que ha endurecido, puede ser decorada y pintada. La puedes colgar de la pared o incluso usarla algunas veces, como recordatorio de tu propio espíritu valiente.
UNA PALABRA DE ADVERTENCIA
Mientras que para algunos sobrevivientes el proceso de hacer una máscara puede ser empoderador y divertido, para otros puede ser una experiencia atemorizante. La sensación física de la máscara endureciendo y la sensación de tus ojos, nariz y boca estando cubiertos puede hacerte sentir claustrofobia. Si tú has sido traumatizada(o) por tener la cara cubierta o si padeces claustrofobia, esta actividad no es para ti. Si decides que es demasiado atemorizante o que no te sientes segura(o) acerca de realizarla, está bien. No te presiones. Si no estás segura(o) que quieres hacerla, habla de ello en terapia o con un amigo. Puedes practicar primero con tu mano (en un lugar sin cabello o vello), así sabrás cómo se siente cuando el material va endureciendo. Si decides intentarlo, no lo hagas sola(o). y asegúrate de leer las indicaciones cuidadosamente, usando las guías de seguridad que se detallan a continuación.
GUÍAS DE SEGURIDAD
Hay ciertas cosas que puedes hacer para incrementar la sensación de seguridad durante el proceso de hacer una máscara. Primero que nada, habla acerca de las sensaciones que percibes mientras las tiras de yeso están siendo aplicadas o mientras van endureciendo. Haz que tu pareja te hable y te explique todo el tiempo en tanto coloca las tiras cosas como: “Ahora voy a poner una tira sobre tus ojos. Ahora voy a trabajar en tu boca. Ahora voy a traer un poco de agua. Regreso enseguida”. Tu pareja debe recordarte regularmente respirar profundamente. Tal vez querrás que alguien sostenga tu mano, o que tu pareja te toque tranquilizadoramente en los hombros o en la nuca. (Dile, anticipadamente, a tu pareja lo que te gustaría que haga o diga). Ten papel y pluma a la mano para que puedas escribir mensajes una vez que tu boca esté cubierta: “Se está poniendo duro”. “Tengo toz”. “Se siente raro”. “Sube el volumen a la música”. “Esto es extraño. Tengo miedo”. Si continúas sintiéndote incómoda(o), permítete detener el proceso. Recuerda, tu compañero puede retirar la máscara sin terminar en cualquier momento. (Acuerda una señal con la mano para detener el proceso cuando tu boca esté cubierta, en caso de que quieras terminar y no puedas hablar).
HACIENDO LA MÁSCARA
Para hacer tu máscara, necesitarás conseguir un rollo de gaza especial de la que se utiliza para enyesar huesos rotos. Usa yeso en lugar de fibra de vidrio. Deberás poder conseguir el rollo de yeso mediante una compañía que venda suministros de hospital, médicos o enfermería. También necesitarás un tazón con agua caliente, vaselina, tijeras, pinturas, ropa vieja, una toalla grande y alguien que te ayude. Este es un proyecto que debes realizar con un amigo, otro sobreviviente o con tu grupo de sobrevivientes.
Antes de empezar: coloca papel periódico o ropa vieja en el piso. Consigue una silla cómoda, pero que sea vieja para poderla mojar y hasta desechar. Si lo deseas, elije alguna música que te gustaría escuchar mientras que la máscara endurece. O encuentra un libro o historia que te gustaría que tu compañero leyera para ti. Piensa en lo que necesitas a fin de estar cómoda(o) y relajada(o) mientras la máscara endurece (alrededor de 30 ó 45 minutos). Ayuda tener algo en qué concentrarte en lugar pensar en las sensaciones extrañas en tu cara. (Recuerda, no podrás hablar ni ver durante ese periodo de tiempo).
Si hay alguna parte de tu cara que crees que será más difícil para ti tener cubierta, dile a tu pareja que trabaje en esa parte al final. (Si no quieres cubrir tu boca totalmente, puedes hacer tu máscara alrededor de ella; la máscara tendrá una boca abierta).
Qué tienes que hacer: ponte ropa vieja. (El yeso estará escurriendo todo el tiempo encima de ti). Quítate aretes o cualquier joyería. Si usas lentes de contacto, retíralos. Recógete el cabello para que no esté sobre tu cara. Podrías querer usar una gorra de baño o una valerina. El yeso jala el cabello, así que es importante que tu cabello esté totalmente escondido. (Los hombres con barba o bigote deberían hacer máscaras cortas que no cubran el vello facial). Siéntate en la silla, coloca una toalla en tu regazo para secar las gotas que vayan escurriendo por tu cara o por tu cuello. Ten listo tu papel y pluma cerca de ti para que puedas alcanzarlo fácilmente. Luego coloca una capa delgada de vaselina por todo tu rostro. Pon especial atención a tus pestañas y cejas; asegúrate de que están bien cubiertas. (Haz esto con los ojos cerrados). Asegúrate de que tu nariz esté despejada y que puedes respirar bien mientras tu boca está cerrada. (Si tu nariz está congestionada, haz esto otro día).
Qué tiene que hacer tu pareja: preparar un tazón con agua tibia cerca de la silla. Cortar el rollo de gaza enyesada en tiras de no más de media pulgada de ancho. La mayoría de ellas deberán ser iguales al ancho de tu cara, de oreja a oreja. Dejar espacio para el acho de la nariz y la redondez de las mejillas. Tú también querrás que algunas tiras sean más delgadas (un cuarto de pulgada de ancho) y más cortas para las áreas más finas de tu cara. Mantén las tijeras disponibles para cortar tiras adicionales que se puedan necesitar.
Haz que tu pareja moje cada tira, que las exprima ligeramente y las coloque a través de tu cara, empezando con tu frente y trabajando hacia abajo, hacia la barbilla. Debe empezar con un área en particular y trabajar ahí hasta que tenga un espesor de 4 ó 5 tiras. Debe solaparlas ligeramente mientras las coloca. Las tiras pueden ir horizontal o verticalmente, siguiendo el contorno de tu rostro. Las tiras deben presionarse cerca de los huesos y huecos de tu cara, particularmente alrededor de las cejas, nariz, mejillas y boca. Puedes ayudar periódicamente usando las yemas de tus dedos para presionar el yeso firmemente alrededor de la cuenca de tus ojos y tu nariz. Esto añade definición a la máscara y es generalmente más cómodo que tú misma(o) presiones alrededor de tus ojos, en lugar de que lo haga tu compañero. Cuando tu pareja llegue a tu nariz, debe dejar las fosas nasales libres para respirar. Debe continuar añadiendo tiras, una capa a la vez, hasta que alcance la base de la barbilla (no debe cubrir el área por debajo de la barbilla). Este proceso usualmente toma de treinta a cuarenta y cinco minutos.
Una vez que el proceso inicial se ha completado, te puedes mover si quieres estar más cómoda(o) (recostarte en un sofá o el piso, o reclinarte de alguna manera). No podrás hablar o ver mientras la máscara se está endureciendo. Tu compañero deberá permanecer contigo, leyendo para ti, tomando tu mano, o entreteniéndote de alguna manera y manteniendo tu atención en otra cosa que no sea la máscara. En tanto la máscara endurece, se apretará y sentirás comezón y querrás mover tus músculos faciales. Al principio trata de no hacerlo. Eventualmente, mover tu cara dentro de la máscara aflojará de tu piel el yeso endurecido. Esto te dirá que la máscara está lo
suficientemente dura para retirarla (esto usualmente toma media hora). Por fuera, podría sonar dura cuando la golpees con el dedo. Recuerda que no todo fue colocado al mismo tiempo, de modo que el yeso en tu frente o alrededor de tu nariz podría estar listo antes que el área alrededor de la barbilla. Cuando la máscara ya no se siente mojada al tacto (todavía se sentirá pegajosa) y cuando puedas jalar las orillas sin abollarla, es momento de retirar la máscara. Tú puedes hacerlo sola(o), o tu compañero puede hacerlo por ti. Jala en cada lado para soltar la máscara de tu rostro. Hazlo lentamente para ver si hay lugares donde está pegada. Si está pegada, despegarla puede doler –igual que jalar tela adhesiva o una bandita–. Una vez que la máscara fue retirada, lava tu cara y ojos inmediatamente con agua tibia y una toallita facial para retirar la vaselina y cualquier remanente del yeso. Coloca la máscara en un lugar seguro y déjala secar toda la noche. Cuando esté seca, píntala. La puedes decorar con listones, plumas, conchas o cabello. Se creativa(o). Expresa tu propio espíritu guerrero.

EXPANDIENDO TU CAPACIDAD PARA LA ESPERANZA
A fin de hacer el compromiso de sanar, tienes que creer que sanar es posible. Necesitas creer que hay “una luz al final del camino”, que otros lo han logrado antes que tú y que tú también puedes tener éxito. Necesitas tener esperanza. La esperanza es un motivador poderoso y un gran antídoto frente al miedo. Desafortunadamente, la mayoría de los sobrevivientes encuentran difícil tener esperanza.
Cuando estabas creciendo, tus esperanzas fueron pisoteadas una y otra vez. Pensaste, “Si tan sólo obtengo dieces en la escuela, papá no estará tan enojado todo el tiempo”. “si tan sólo limpio la sangre en el piso y cuido a mis hermanos y hermanas, entonces yo seré una niña buena y Poppa dejará de tocarme de esa manera”. O “Mi entrenador realmente no quiere hacerlo. Si yo entrenara mejor, él se detendría”. Como niño o niña que se atreve a tener esperanza, fuiste aplastado(a) cuando las cosas no cambiaron. La esperanza parecía como un cruel engaño. Por la misma necesidad de sobrevivir, hiciste la esperanza a un lado.
Piensa en las ocasiones en que tus esperanzas fueron pisoteadas mientras estabas creciendo. Luego completa las siguientes oraciones:
1.      Cuando estaba creciendo, tuve la esperanza que…
¿Qué sucedió en lugar de ello?
Cuando mis esperanzas fueron destrozadas, yo…
2.      Cuando estaba creciendo, tuve la esperanza que…
¿Qué sucedió en lugar de ello?
Cuando mis esperanzas fueron destrozadas, yo…
1.      Cuando estaba creciendo, tuve la esperanza que…
¿Qué sucedió en lugar de ello?
Cuando mis esperanzas fueron destrozadas, yo…
Poniendo la esperanza a un lado: un ejercicio escrito
Muchos niños y niñas siguen esperanzados de que las cosas cambien, aun cuando se encuentran en una situación desesperanzadora. Los niños y niñas tienen esperanza de un cambio hasta que esa esperanza les es arrebatada. Piensa en tu niñez. ¿Hubo algún momento en que hiciste a la esperanza a un lado? Trata de recordar ese momento. ¿Qué te llevó a eso? ¿Cómo te sentiste? ¿Cómo cambiaron las cosas después de eso?
Vuelve a leer las reglas de la escritura libre. Ahora cuenta 20 minutos durante los cuales escribirás acerca de perder la esperanza en la niñez.
Cuando hayas terminado la escritura, tomate unos minutos para completar las siguientes ideas:
¿Qué sentimientos surgieron en mí mientras escribía?
¿Cómo me siento cuando leo acerca de mi escrito ahora?
¿La vida era más fácil o más difícil para mí después de que dejé de tener esperanza? ¿Por qué?
¿Qué ha cambiado en mi vida desde el incidente sobre el cual escribí?
¿Mis circunstancias son suficientemente diferentes como para que trate de tener esperanza de nuevo?
MIS ESPERANZAS HOY
Aun cuando has hecho la esperanza a un lado cuando eras más joven, considera sentirte esperanzada(o) hoy. Eres un adulto ahora. Las cosas no son iguales a como fueron cuando estabas creciendo. ¿Qué pasaría si te permites a ti misma(o) tener esperanza otra vez? ¿Cuál es la mejor cosa que podría pasar? ¿La peor? ¿Cómo podría la esperanza ser diferente hoy?
Cuando pienso acerca de la esperanza, siento…
Si tuviera esperanza, lo peor que podría pasar sería…
Si tuviera esperanza, lo mejor que podría pasar sería…
Si te permitieras a ti misma(o) tener esperanza, ¿Qué esperanzas tendrías? Haz una lista. No te juzgues conforme escribes. Incluye todo.
Hay dos tipos de esperanza –esperanzas realistas y esperanzas no realistas. Las esperanzas realistas están basadas en los conocimientos. Sabes que otros sobrevivientes han sobrepasado la
etapa de emergencia del proceso de recuperación, así que crees que tú también puedes hacerlo. Sabes que has sido capaz de confiar en tu terapeuta en algunos aspectos, así que esperas que puedas confiar en él o ella un poco más. Sabes que tú y tu amante están acercándose todo el tiempo, así que esperas que lleguen a ser aún más íntimos.
Las esperanzas no realistas están basadas en la fantasía. Hay pocas probabilidades de que lleguen a suceder. Esperas ganar la lotería. Esperas que tu agresor se disculpe y tome total responsabilidad por haberte herido. Esperas que puedas ir a un taller de un fin de semana y salir totalmente recuperada(o). Dejaste de beber pero esperas que puedas tomar “solo una cerveza más”.
Mira tu lista de esperanzas. Encierra en un círculo las que sean realistas. Tacha aquellas basadas en la fantasía. Ahora responde las siguientes preguntas:
¿Fui capaz de escribir una lista de esperanzas? __Sí __No __Todavía no
¿Cómo se siente poner mis esperanzas en papel?
La mayoría de mis esperanzas ¿fueron realistas o no realistas?
¿Eso qué me dice?
Si yo pudiera tener esperanza en una cosa que yo sé que podría hacerse realidad, ¿qué sería?
¿En qué pequeña cosa puedo tener esperanza ahora?

HACIENDO DE LAS ESPERANZAS, UNA REALIDAD
Muchos de nosotros fuimos criados para creer que una vez que esperas algo, tan sólo tienes que sentarte a esperar porque suceda por arte de magia. La esperanza no funciona de esa manera. Tú tienes que hacer algo para realizar tus sueños. La esperanza te motiva, te permite tomar riesgos y te da el ímpetu para sanar, pero no hace el trabajo por ti.
Regresa a tu lista de esperanzas. Escribe de nuevo las esperanzas realistas. A continuación anota al menos una cosa que tú debas hacer por cada esperanza. Al hacer esto, irás transformando tus esperanzas en metas. Estarás moldeando tu compromiso de sanar.
Esperanza / Meta # 1
¿Qué puedo hacer para que suceda?
Esperanza / Meta # 2
¿Qué puedo hacer para que suceda?
Esperanza / Meta # 3
¿Qué puedo hacer para que suceda?
Esperanza / Meta # 4
¿Qué puedo hacer para que suceda?
Esperanza / Meta # 5
¿Qué puedo hacer para que suceda?
Esperanza / Meta # 6
¿Qué puedo hacer para que suceda?
Cosas para Reflexionar:
·        ¿De qué manera cambiaron mis sentimientos acerca de la esperanza? ¿Cómo están cambiando ahora?
·        ¿Me puedo imaginar cambiando una esperanza por una meta? ¿Por qué sí o por qué no?
·        ¿Si la hay, cuál de mis esperanzas estoy lista a trabajar en el presente?
REFLEXIONES: LA DECISIÓN DE SANAR
La decisión de sanar es una que tendrás que hacer una y otra vez mientras navegas a través del atemorizante, impredecible y empoderador proceso de sanar. Este capítulo te ha introducido en los cinco elementos clave para hacer y renovar este compromiso: voluntad, aceptar el cambio, reconocer tu coraje, tener esperanza y trabajar para lograr tus metas.
Aquí hay algunas preguntas que te ayudarán a evaluar tus sentimientos presentes, metas y necesidades acerca de hacer el compromiso de sanar:
·         ¿Qué sentimientos tuve mientras trabajaba en este capítulo?
·         ¿Qué estoy sintiendo ahora? ¿Qué sensaciones estoy experimentando en mi cuerpo?
·         ¿De qué edad me sentí mientras trabajaba en este capítulo? ¿De qué edad me siento ahora?
·         ¿Qué fue difícil para mí en este capítulo? ¿Qué fue confuso? ¿Qué no entendí?
·         ¿Qué aprendí? ¿Qué compromisos he hecho? ¿Qué pasos tengo que dar?
·         ¿De qué estoy orgullosa(o)?
·         ¿Qué queda pendiente para mí? Si lo hay, ¿Sobre qué me gustaría trabajar de nuevo de este capítulo, o darle seguimiento?
·         ¿Qué necesito hacer para cuidar de mí misma(o) en este momento?
Tomado de EL CORAJE DE SANAR libro de ejercicios de Laura Davis
Espera los siguientes ejercicios sobre RECORDAR