que disminuyes el ritmo en el proceso de recuperación. Pero cuando la etapa de emergencia termina y tú emerges del periodo inicial de crisis, serás capaz de tomar descansos. Serás capaz de pensar en otras cosas. Empezarás a hacer elecciones en relación con tu recuperación.
Finalmente, serás capaz de decirte a ti misma(o): “¿Estoy dispuesta(o) a dar un paso adelante y confiar en esta persona? ¿Estoy dispuesta(o) ha ser confrontada(o) y culpada(o) si confronto a mi familia? ¿Estoy dispuesta a hacer un ejercicio más en este libro de trabajo? ¿Estoy dispuesta(o) a programar una actividad diaria sólo por diversión, por placer, solo para mí? ¿Estoy dispuesta(o) a tomar este riesgo esta ocasión? ¿Estoy dispuesta(o) a sanar?”
El concepto de disposición va en contra del abuso. De hecho es lo opuesto a abuso. Cuando fuiste abusada(o), tú eras impotente para hacer una elección real de cualquier clase. Ahora tú puedes hacer elecciones. Revivir sentimientos dolorosos y tomar riesgos aterradores son parte del proceso de sanar. Pero la disposición te permite preguntarte a ti misma(o), “¿Es éste el momento adecuado? ¿Estoy dispuesta(o) a pasar por esto ahora? ¿Quiero abrir este recuerdo y ver qué hay ahí, o quiero cerrarlo? ¿Quiero retroceder hacia mis viejos patrones de comportamiento, o estoy dispuesta(o) a intentar algo nuevo?”
Disposición no es una cosa estática. Es una decisión hecha en el momento, checando dentro de ti misma(o) y poniendo atención a lo que realmente sientes. Una y otra vez, muchas veces cada día, tú te puedes preguntar a ti misma(o), “¿Estoy dispuesta(o) a…?” Algunas veces la respuesta será Sí. Otras veces será No.
Un día tú puedes estar dispuesta(o) a ser vulnerable, aun cuando te aterre la idea, y al siguiente día no estarás dispuesta(o). Eso está bien. Tú marcarás tu propio ritmo, para confiar en tu juicio interno. Llegas a decir Sí y llegas a decir No. (Para más acerca de establecer límites y hacer elecciones, ve a la sección Los Cinco Bloques de la Seguridad: “Creando las Reglas del Juego” [si requieres alguno de los ejercicios anteriores envíame un mensaje] y más adelante publicaremos la sección “Aprendiendo a decir No”).
Toma unos minutos para pensar acerca de lo que acabas de leer. Enseguida completa las siguientes oraciones:
Yo pienso que disposición es…
Estoy dispuesta(o) a…
No estoy dispuesta(o) a…
Cosas para Pensar:
· ¿Puedo concebirme haciendo elecciones acerca de la manera como estoy sanando? ¿Pienso que está bien hacer eso? ¿Por qué sí o por qué no?
· ¿Soy capaz de hacer elecciones con respecto a my recuperación en este momento? Si no, ¿Creo que podrá hacerlo alguna vez?
· ¿Puedo aceptar mis elecciones cuando no estoy dispuesta(o) tanto como cuando no estoy? ¿Por qué sí o por qué no?
ACERCA DEL CORAJE
Amo trabajar con sobrevivientes porque yo soy inspirada por su coraje. Aun así muchos sobrevivientes insisten que ellos no tienen coraje: “Si yo fuera valiente, yo hubiera sido capaz de detener el abuso”. “Si yo fuera valiente, yo no hubiera tenido dudas e incertidumbres”. “Si yo fuera valiente, yo no hubiera tenido miedo”.
Es más probable que esto sea cierto para mujeres que para hombres. En nuestra cultura, los hombres son alentados y se espera que sean valientes. Las mujeres están más condicionadas para ser dubitativas y temerosas, para esperar el rescate de un hombre valiente. Ambos roles están limitados –en uno tú niegas tu coraje; en el otro, tú niegas tu miedo.
Recientemente asistí a un taller sobre coraje con Lauren Crux, una terapeuta sabia de Santa Cruz, California. Ella fue directamente al corazón del tema. “La mayoría de las personas lo tienen mezclado. No empiezas con valor y luego enfrentas el miedo. Tú llegas a ser valiente porque enfrentas el miedo”.
Mi experiencia de sanar es que yo tengo que enfrentar un vacío tras otro. Yo identifico un patrón que quiero cambiar. Yo empiezo a cambiarlo. Repentinamente todo lo conocido y familiar se derrumba y estoy totalmente aterrorizada. Estoy parada en la orilla del mundo conocido y no hay garantía de tener una red de seguridad si salto al precipicio. No sé qué hay del otro lado. Tengo la certeza de que no me puedo mover porque el miedo es tan grande, pero busco el soporte de la gente que me ama y me apoya, y de todas formas salto. Yo he hecho esto una y otra vez. Al hacer esto, he ganado coraje.
Nuestro concepto de coraje es viene de libros cómicos, mitología, condicionamiento cultural y cuentos populares. Paul Bunyan y Abraham Lincoln son la clase de héroes de los que aprendimos en la escuela. Como resultado, tú encontrarás difícil reconocer la clase de coraje cotidiano que se requiere para sanar.
Toma unos cuantos minutos para explorar tus actitudes actuales acerca del coraje. Empieza por completar las siguientes aseveraciones:
Corajes es…
Mis héroes personales y heroínas son:
Encuentro a estas personas valientes porque ellos(as)…
Mis conceptos de valor han venido de…
¿Estoy satisfecha(o) con mi concepto de coraje? ___Sí ___No ___No sé
¿Deja espacio para mí como persona valiente? ___Sí ___No
¿Por qué sí o por qué no?
¿Qué necesitaría en mí para tener la misma clase de valor que mis héroes?
Todos nosotros hemos tenido momentos de coraje. Esto es verdad para todos, pero es particularmente cierto para los sobrevivientes de abuso. El hecho de que hayas sido abusado y te las hayas arreglado para sobrevivir es en sí mismo un tremendo acto de valor. Tú podrías haberte rendido y muerto, y no lo hiciste. Tú decidiste vivir. Este fue un acto de rebeldía y valor.
Piensa acerca de las veces que has sido valiente. A continuación responde los siguiente:
Cuando estaba creciendo, fui valiente cuando yo…
Como adulto, yo mostré coraje cuando yo…
Soy valiente ahora porque yo…
Yo no me veo a mí misma(o) como valiente porque…
(Si tú no te ves a ti misma(o) como valiente) A fin de volverme valiente, yo tendría que…
Una vez que yo fuera valiente, yo haría o sería…
Cosas para reflexionar:
· ¿Hubo un momento particular en mi vida cuando yo gané o perdí coraje? ¿Qué pasó?
· ¿Qué clase de coraje se requiere para sanar del abuso sexual infantil? ¿Tengo esa clase de valor? Si no, ¿Cómo puedo obtenerlo?
ACTIVIDAD: DISEÑANDO UNA MÁSCARA DE GUERRERO
Cuando enfrentamos miedo e incertidumbre, ayuda desarrollar un espíritu guerrero. Un guerrero enfrenta lo desconocido y se mueve orgullosa y confiadamente en ese entorno. Los guerreros sienten miedo y de todas formas actúan. Un guerrero tiene orgullo, disciplina, perseverancia y coraje. Una de las cosas que ayuda a los guerreros a sentir coraje es un tótem personal, o símbolo, que les recuerda su propia fortaleza. Una máscara de guerrero es un tótem poderoso.
Las siguientes instrucciones te enseñarán cómo hacer tu propia máscara de guerrero. El proceso involucra cubrir tu cara con tiras de yeso mojado, que se endurecerán formando una máscara que podrás retirar. La máscara es una impresión permanente de tus características. Una vez que ha endurecido, puede ser decorada y pintada. La puedes colgar de la pared o incluso usarla algunas veces, como recordatorio de tu propio espíritu valiente.
UNA PALABRA DE ADVERTENCIA
Mientras que para algunos sobrevivientes el proceso de hacer una máscara puede ser empoderador y divertido, para otros puede ser una experiencia atemorizante. La sensación física de la máscara endureciendo y la sensación de tus ojos, nariz y boca estando cubiertos puede hacerte sentir claustrofobia. Si tú has sido traumatizada(o) por tener la cara cubierta o si padeces claustrofobia, esta actividad no es para ti. Si decides que es demasiado atemorizante o que no te sientes segura(o) acerca de realizarla, está bien. No te presiones. Si no estás segura(o) que quieres hacerla, habla de ello en terapia o con un amigo. Puedes practicar primero con tu mano (en un lugar sin cabello o vello), así sabrás cómo se siente cuando el material va endureciendo. Si decides intentarlo, no lo hagas sola(o). y asegúrate de leer las indicaciones cuidadosamente, usando las guías de seguridad que se detallan a continuación.
GUÍAS DE SEGURIDAD
Hay ciertas cosas que puedes hacer para incrementar la sensación de seguridad durante el proceso de hacer una máscara. Primero que nada, habla acerca de las sensaciones que percibes mientras las tiras de yeso están siendo aplicadas o mientras van endureciendo. Haz que tu pareja te hable y te explique todo el tiempo en tanto coloca las tiras cosas como: “Ahora voy a poner una tira sobre tus ojos. Ahora voy a trabajar en tu boca. Ahora voy a traer un poco de agua. Regreso enseguida”. Tu pareja debe recordarte regularmente respirar profundamente. Tal vez querrás que alguien sostenga tu mano, o que tu pareja te toque tranquilizadoramente en los hombros o en la nuca. (Dile, anticipadamente, a tu pareja lo que te gustaría que haga o diga). Ten papel y pluma a la mano para que puedas escribir mensajes una vez que tu boca esté cubierta: “Se está poniendo duro”. “Tengo toz”. “Se siente raro”. “Sube el volumen a la música”. “Esto es extraño. Tengo miedo”. Si continúas sintiéndote incómoda(o), permítete detener el proceso. Recuerda, tu compañero puede retirar la máscara sin terminar en cualquier momento. (Acuerda una señal con la mano para detener el proceso cuando tu boca esté cubierta, en caso de que quieras terminar y no puedas hablar).
HACIENDO LA MÁSCARA
Para hacer tu máscara, necesitarás conseguir un rollo de gaza especial de la que se utiliza para enyesar huesos rotos. Usa yeso en lugar de fibra de vidrio. Deberás poder conseguir el rollo de yeso mediante una compañía que venda suministros de hospital, médicos o enfermería. También necesitarás un tazón con agua caliente, vaselina, tijeras, pinturas, ropa vieja, una toalla grande y alguien que te ayude. Este es un proyecto que debes realizar con un amigo, otro sobreviviente o con tu grupo de sobrevivientes.
Antes de empezar: coloca papel periódico o ropa vieja en el piso. Consigue una silla cómoda, pero que sea vieja para poderla mojar y hasta desechar. Si lo deseas, elije alguna música que te gustaría escuchar mientras que la máscara endurece. O encuentra un libro o historia que te gustaría que tu compañero leyera para ti. Piensa en lo que necesitas a fin de estar cómoda(o) y relajada(o) mientras la máscara endurece (alrededor de 30 ó 45 minutos). Ayuda tener algo en qué concentrarte en lugar pensar en las sensaciones extrañas en tu cara. (Recuerda, no podrás hablar ni ver durante ese periodo de tiempo).
Si hay alguna parte de tu cara que crees que será más difícil para ti tener cubierta, dile a tu pareja que trabaje en esa parte al final. (Si no quieres cubrir tu boca totalmente, puedes hacer tu máscara alrededor de ella; la máscara tendrá una boca abierta).
Qué tienes que hacer: ponte ropa vieja. (El yeso estará escurriendo todo el tiempo encima de ti). Quítate aretes o cualquier joyería. Si usas lentes de contacto, retíralos. Recógete el cabello para que no esté sobre tu cara. Podrías querer usar una gorra de baño o una valerina. El yeso jala el cabello, así que es importante que tu cabello esté totalmente escondido. (Los hombres con barba o bigote deberían hacer máscaras cortas que no cubran el vello facial). Siéntate en la silla, coloca una toalla en tu regazo para secar las gotas que vayan escurriendo por tu cara o por tu cuello. Ten listo tu papel y pluma cerca de ti para que puedas alcanzarlo fácilmente. Luego coloca una capa delgada de vaselina por todo tu rostro. Pon especial atención a tus pestañas y cejas; asegúrate de que están bien cubiertas. (Haz esto con los ojos cerrados). Asegúrate de que tu nariz esté despejada y que puedes respirar bien mientras tu boca está cerrada. (Si tu nariz está congestionada, haz esto otro día).
Qué tiene que hacer tu pareja: preparar un tazón con agua tibia cerca de la silla. Cortar el rollo de gaza enyesada en tiras de no más de media pulgada de ancho. La mayoría de ellas deberán ser iguales al ancho de tu cara, de oreja a oreja. Dejar espacio para el acho de la nariz y la redondez de las mejillas. Tú también querrás que algunas tiras sean más delgadas (un cuarto de pulgada de ancho) y más cortas para las áreas más finas de tu cara. Mantén las tijeras disponibles para cortar tiras adicionales que se puedan necesitar.
Haz que tu pareja moje cada tira, que las exprima ligeramente y las coloque a través de tu cara, empezando con tu frente y trabajando hacia abajo, hacia la barbilla. Debe empezar con un área en particular y trabajar ahí hasta que tenga un espesor de 4 ó 5 tiras. Debe solaparlas ligeramente mientras las coloca. Las tiras pueden ir horizontal o verticalmente, siguiendo el contorno de tu rostro. Las tiras deben presionarse cerca de los huesos y huecos de tu cara, particularmente alrededor de las cejas, nariz, mejillas y boca. Puedes ayudar periódicamente usando las yemas de tus dedos para presionar el yeso firmemente alrededor de la cuenca de tus ojos y tu nariz. Esto añade definición a la máscara y es generalmente más cómodo que tú misma(o) presiones alrededor de tus ojos, en lugar de que lo haga tu compañero. Cuando tu pareja llegue a tu nariz, debe dejar las fosas nasales libres para respirar. Debe continuar añadiendo tiras, una capa a la vez, hasta que alcance la base de la barbilla (no debe cubrir el área por debajo de la barbilla). Este proceso usualmente toma de treinta a cuarenta y cinco minutos.
Una vez que el proceso inicial se ha completado, te puedes mover si quieres estar más cómoda(o) (recostarte en un sofá o el piso, o reclinarte de alguna manera). No podrás hablar o ver mientras la máscara se está endureciendo. Tu compañero deberá permanecer contigo, leyendo para ti, tomando tu mano, o entreteniéndote de alguna manera y manteniendo tu atención en otra cosa que no sea la máscara. En tanto la máscara endurece, se apretará y sentirás comezón y querrás mover tus músculos faciales. Al principio trata de no hacerlo. Eventualmente, mover tu cara dentro de la máscara aflojará de tu piel el yeso endurecido. Esto te dirá que la máscara está lo
suficientemente dura para retirarla (esto usualmente toma media hora). Por fuera, podría sonar dura cuando la golpees con el dedo. Recuerda que no todo fue colocado al mismo tiempo, de modo que el yeso en tu frente o alrededor de tu nariz podría estar listo antes que el área alrededor de la barbilla. Cuando la máscara ya no se siente mojada al tacto (todavía se sentirá pegajosa) y cuando puedas jalar las orillas sin abollarla, es momento de retirar la máscara. Tú puedes hacerlo sola(o), o tu compañero puede hacerlo por ti. Jala en cada lado para soltar la máscara de tu rostro. Hazlo lentamente para ver si hay lugares donde está pegada. Si está pegada, despegarla puede doler –igual que jalar tela adhesiva o una bandita–. Una vez que la máscara fue retirada, lava tu cara y ojos inmediatamente con agua tibia y una toallita facial para retirar la vaselina y cualquier remanente del yeso. Coloca la máscara en un lugar seguro y déjala secar toda la noche. Cuando esté seca, píntala. La puedes decorar con listones, plumas, conchas o cabello. Se creativa(o). Expresa tu propio espíritu guerrero.
EXPANDIENDO TU CAPACIDAD PARA LA ESPERANZA
A fin de hacer el compromiso de sanar, tienes que creer que sanar es posible. Necesitas creer que hay “una luz al final del camino”, que otros lo han logrado antes que tú y que tú también puedes tener éxito. Necesitas tener esperanza. La esperanza es un motivador poderoso y un gran antídoto frente al miedo. Desafortunadamente, la mayoría de los sobrevivientes encuentran difícil tener esperanza.
Cuando estabas creciendo, tus esperanzas fueron pisoteadas una y otra vez. Pensaste, “Si tan sólo obtengo dieces en la escuela, papá no estará tan enojado todo el tiempo”. “si tan sólo limpio la sangre en el piso y cuido a mis hermanos y hermanas, entonces yo seré una niña buena y Poppa dejará de tocarme de esa manera”. O “Mi entrenador realmente no quiere hacerlo. Si yo entrenara mejor, él se detendría”. Como niño o niña que se atreve a tener esperanza, fuiste aplastado(a) cuando las cosas no cambiaron. La esperanza parecía como un cruel engaño. Por la misma necesidad de sobrevivir, hiciste la esperanza a un lado.
Piensa en las ocasiones en que tus esperanzas fueron pisoteadas mientras estabas creciendo. Luego completa las siguientes oraciones:
1. Cuando estaba creciendo, tuve la esperanza que…
¿Qué sucedió en lugar de ello?
Cuando mis esperanzas fueron destrozadas, yo…
2. Cuando estaba creciendo, tuve la esperanza que…
¿Qué sucedió en lugar de ello?
Cuando mis esperanzas fueron destrozadas, yo…
1. Cuando estaba creciendo, tuve la esperanza que…
¿Qué sucedió en lugar de ello?
Cuando mis esperanzas fueron destrozadas, yo…
Poniendo la esperanza a un lado: un ejercicio escrito
Muchos niños y niñas siguen esperanzados de que las cosas cambien, aun cuando se encuentran en una situación desesperanzadora. Los niños y niñas tienen esperanza de un cambio hasta que esa esperanza les es arrebatada. Piensa en tu niñez. ¿Hubo algún momento en que hiciste a la esperanza a un lado? Trata de recordar ese momento. ¿Qué te llevó a eso? ¿Cómo te sentiste? ¿Cómo cambiaron las cosas después de eso?
Vuelve a leer las reglas de la escritura libre. Ahora cuenta 20 minutos durante los cuales escribirás acerca de perder la esperanza en la niñez.
Cuando hayas terminado la escritura, tomate unos minutos para completar las siguientes ideas:
¿Qué sentimientos surgieron en mí mientras escribía?
¿Cómo me siento cuando leo acerca de mi escrito ahora?
¿La vida era más fácil o más difícil para mí después de que dejé de tener esperanza? ¿Por qué?
¿Qué ha cambiado en mi vida desde el incidente sobre el cual escribí?
¿Mis circunstancias son suficientemente diferentes como para que trate de tener esperanza de nuevo?
MIS ESPERANZAS HOY
Aun cuando has hecho la esperanza a un lado cuando eras más joven, considera sentirte esperanzada(o) hoy. Eres un adulto ahora. Las cosas no son iguales a como fueron cuando estabas creciendo. ¿Qué pasaría si te permites a ti misma(o) tener esperanza otra vez? ¿Cuál es la mejor cosa que podría pasar? ¿La peor? ¿Cómo podría la esperanza ser diferente hoy?
Cuando pienso acerca de la esperanza, siento…
Si tuviera esperanza, lo peor que podría pasar sería…
Si tuviera esperanza, lo mejor que podría pasar sería…
Si te permitieras a ti misma(o) tener esperanza, ¿Qué esperanzas tendrías? Haz una lista. No te juzgues conforme escribes. Incluye todo.
Hay dos tipos de esperanza –esperanzas realistas y esperanzas no realistas. Las esperanzas realistas están basadas en los conocimientos. Sabes que otros sobrevivientes han sobrepasado la
etapa de emergencia del proceso de recuperación, así que crees que tú también puedes hacerlo. Sabes que has sido capaz de confiar en tu terapeuta en algunos aspectos, así que esperas que puedas confiar en él o ella un poco más. Sabes que tú y tu amante están acercándose todo el tiempo, así que esperas que lleguen a ser aún más íntimos.
Las esperanzas no realistas están basadas en la fantasía. Hay pocas probabilidades de que lleguen a suceder. Esperas ganar la lotería. Esperas que tu agresor se disculpe y tome total responsabilidad por haberte herido. Esperas que puedas ir a un taller de un fin de semana y salir totalmente recuperada(o). Dejaste de beber pero esperas que puedas tomar “solo una cerveza más”.
Mira tu lista de esperanzas. Encierra en un círculo las que sean realistas. Tacha aquellas basadas en la fantasía. Ahora responde las siguientes preguntas:
¿Fui capaz de escribir una lista de esperanzas? __Sí __No __Todavía no
¿Cómo se siente poner mis esperanzas en papel?
La mayoría de mis esperanzas ¿fueron realistas o no realistas?
¿Eso qué me dice?
Si yo pudiera tener esperanza en una cosa que yo sé que podría hacerse realidad, ¿qué sería?
¿En qué pequeña cosa puedo tener esperanza ahora?
HACIENDO DE LAS ESPERANZAS, UNA REALIDAD
Muchos de nosotros fuimos criados para creer que una vez que esperas algo, tan sólo tienes que sentarte a esperar porque suceda por arte de magia. La esperanza no funciona de esa manera. Tú tienes que hacer algo para realizar tus sueños. La esperanza te motiva, te permite tomar riesgos y te da el ímpetu para sanar, pero no hace el trabajo por ti.
Regresa a tu lista de esperanzas. Escribe de nuevo las esperanzas realistas. A continuación anota al menos una cosa que tú debas hacer por cada esperanza. Al hacer esto, irás transformando tus esperanzas en metas. Estarás moldeando tu compromiso de sanar.
Esperanza / Meta # 1
¿Qué puedo hacer para que suceda?
Esperanza / Meta # 2
¿Qué puedo hacer para que suceda?
Esperanza / Meta # 3
¿Qué puedo hacer para que suceda?
Esperanza / Meta # 4
¿Qué puedo hacer para que suceda?
Esperanza / Meta # 5
¿Qué puedo hacer para que suceda?
Esperanza / Meta # 6
¿Qué puedo hacer para que suceda?
Cosas para Reflexionar:
· ¿De qué manera cambiaron mis sentimientos acerca de la esperanza? ¿Cómo están cambiando ahora?
· ¿Me puedo imaginar cambiando una esperanza por una meta? ¿Por qué sí o por qué no?
· ¿Si la hay, cuál de mis esperanzas estoy lista a trabajar en el presente?
REFLEXIONES: LA DECISIÓN DE SANAR
La decisión de sanar es una que tendrás que hacer una y otra vez mientras navegas a través del atemorizante, impredecible y empoderador proceso de sanar. Este capítulo te ha introducido en los cinco elementos clave para hacer y renovar este compromiso: voluntad, aceptar el cambio, reconocer tu coraje, tener esperanza y trabajar para lograr tus metas.
Aquí hay algunas preguntas que te ayudarán a evaluar tus sentimientos presentes, metas y necesidades acerca de hacer el compromiso de sanar:
· ¿Qué sentimientos tuve mientras trabajaba en este capítulo?
· ¿Qué estoy sintiendo ahora? ¿Qué sensaciones estoy experimentando en mi cuerpo?
· ¿De qué edad me sentí mientras trabajaba en este capítulo? ¿De qué edad me siento ahora?
· ¿Qué fue difícil para mí en este capítulo? ¿Qué fue confuso? ¿Qué no entendí?
· ¿Qué aprendí? ¿Qué compromisos he hecho? ¿Qué pasos tengo que dar?
· ¿De qué estoy orgullosa(o)?
· ¿Qué queda pendiente para mí? Si lo hay, ¿Sobre qué me gustaría trabajar de nuevo de este capítulo, o darle seguimiento?
· ¿Qué necesito hacer para cuidar de mí misma(o) en este momento?
Tomado de EL CORAJE DE SANAR libro de ejercicios de Laura Davis
Espera los siguientes ejercicios sobre RECORDAR